sábado, 24 de marzo de 2007

El cofre de los reconcomios de Otrova Gomas



Aquí estoy yo de nuevo, no para recomendarle a una cantidad de lectores que me leen sino a una calidad de lectores que lo hacen… en fin… hoy le recomiendo leer algo de humor de este Venezolano, aquí les dejo fragmentos sacados del libro “el cofre de los reconcomios” de Otrova Gomas, demasiado bueno XD… ¡si les gusta consíganse el libro pues! Ahh y creó que yo tengo yofobia, afobia, animo fobia y todyfobia! XD jajaja ¿qué tendrás tú?

La desdichada


-¡Jamás te lo perdonaré¡-
¿Qué cosa mujer?
-No sé, pero todo lo que me haces no tiene perdón.
-Pero si yo no te he hecho nada…
-Claro, porque no te importo, nunca me has tomado en cuenta.
-Cómo vas a decir eso, si yo te quiero.
-Sí, me quieres ver muerta.
-No digas eso, mujer.
-No quieres que te lo diga porque te remuerde la conciencia, sé que quieres asesinarme.
-¿Pero qué dices? Si yo soy incapaz…
-Claro que eres un incapaz, un inútil, un muérgano.
-¿Pero por qué me insultas si yo no quiero pelear?
-Seguro, no quieres pelear conmigo porque yo para ti no soy nada.
-Por favor…
-¡No me digas por favor! Quieres dártelas de santo como si yo no supiera todo lo que tú haces?-¿Pero qué estoy haciendo? Dímelo.
-Todo, todo…
-Pero mujer, tú estás loca.
-Loca ¿verdad?, loca… eso es lo que piensas de mí. Yo lo sabía pero ahora me lo has confesado.
-No, no, si yo no quise decir eso.
-Querías decirme algo peor ¿no? dímelo, anda, dímelo, ¡perro! Insúltame como lo estás pensando.
-No chica, yo no quiero discutir contigo.
-Claro, tú no discutes con locas. ¡Ya se te salió el machismo! ¡muérgano, degenerado! Te crees superior y por eso no puedes discutir conmigo.
-Te lo ruego mujer, cálmate, no insultes.
-No te estoy insultando lagarto asqueroso, sapo inmundo. Eso es lo que tú deseas, pero jamás me rebajaría a insultar a un sucio tan arrastrado como tú.
-Definitivamente creo que estás perdiendo la razón.
-Ahora vas a humillarme, ¿verdad? ¡Dios mío, por qué caí yo en las garras de este monstruo? ¡Cómo me engañó igual que a una tonta!
-Pero mujer, si yo no te engañé nada, no recuerdas que tú me propusiste matrimonio…
-¡No me lo recuerdes, ogro sarnoso! Quieres echar sobre mí toda la culpa de este martirio.
-No, mi vida, no…
-No me llames mi vida, ¡Hipócrita! Anda a decírselo a otra, yo jamás seré nada tuyo.
-¡Pero qué pretendes con eso?
-Nada, nada, no me hables. Soy una desdichada. ¿Por qué Dios mío, por qué tengo que aguantar a un hombre tan asqueroso como éste?



Manual de fobias horripilantes

ESTRANGULO FOBIA. - Pánico de ir solo por una calle oscura y de pronto agarrarse uno mismo por el cuello y empezar a estrangularse hasta caer desfallecido.
ALTEROFOBIA. - Terror de que cuando uno va apurado en un ascensor y la puerta ya se está trancando, la ascensorista lo detiene por un señor que le hace señas desde lejos para que lo espere.
DESESPEROFOBIA. - El mismo terror pero cuando la ascensorista repite la operación más de tres veces.
PATIFOBIA. - Pánico de arroparnos hasta la cabeza y sentir que los pies se nos salgan de la cobija.
ANIMO FOBIA. - Terrible pánico de que al clavarle el tenedor y el cuchillo a un bistec de pronto el pedazo de vaca se queje adolorido y se salga del plato tratando de escaparse.
VITROFOBIA. - Miedo de que una mañana al mirarnos frente al espejo no veamos nuestro rostro.
REGUERO FOBIA. - Terror de que cuando nos disponemos a leer este libro, al abrir las páginas se caigan y se rieguen por el suelo centenares de letras y de fotos que quedaron flojas en la imprenta.
SOLIFOBIA. - Pavor de ver como nuestra sombra se va alejando y alejando y se escapa corriendo dejándonos solos mientras caminamos en un atardecer.
URIFOBIA. - Pánico de que después de haber ido a una sección de Uri Heller y nos dispongamos a abrir la puerta del carro encontrarnos con que la llave está doblada.
SEMAFOROBIA. - Desesperación agónica de que cuando vamos en una cola de carros que pasan con la luz verde, el semáforo se ponga en rojo exactamente cuando nos toca pasar.
AFOBIA. - Pánico a los espacios cerrados, a los espacios abiertos, a los espacios semi-abiertos y a los espacio semi-cerrados.
TODYFOBIA. - Fobia a todo.
LENGUIFOBIA. - Miedo de que un día al tratar de comunicarnos con los demás nadie nos entienda y nos respondan en finlandés antiguo.
MALETOFOBIA. - Pánico de que al llegar de un viaje el interventor de aduanas nos abra la maleta y empiece a quitarnos cosas.
NECROFOBIA. - Pavor de que un día al abrir el periódico veamos la invitación a nuestro entierro.
YOFOBIA. - Temor a uno mismo.


domingo, 18 de marzo de 2007

Mónica Montañés,Veintitantos amores y pico

Comenzaré por recomendarle a la nada que me lea XD, “Veintitantos amores y pico” de Mónica Montañés, que escribe demasiado chévere!!! Aquí un pedacito de su libro para que vean… ¡que no miento! Escribe muy bien. Así que disfruten:


Desnuda y miope

Cerró los ojos al mismo tiempo que trancó el teléfono. En tan sólo media hora llegaría él. Cantando una canción favorita entró a la ducha y con la última estrofa ya se estaba secando, perfumando, vistiendo, poco, poquito, para estar linda, apetitosa, provocativa para él.

Con una sola mano montó la salsa y la pasta porque de seguro él vendría con unas ganas enormes de comerse todo lo que a ella le quedaba tan divino. Con la otra puso en el medio de la mesa el florero con agua para las flores que traería él. Tardó poco, poquito en escoger el disco que pondría la nota que no podía faltar en ese encuentro perfecto y mucho menos, poquísimo, en escoger el vino helado que los animaría aún más a quererse tanto, tantísimo. Sintió la emoción sabrosita, adolescente, tremenda, de encontrarlo y encontrarle las ganas sabrosísimas de quitarle de nuevo la ropa cortica, breve, brevísima que le cubría aquel cuerpo en el que se hallaban tan pero tan cómodos registrando, encontrando, reencontrado, disfrutando. Así lo espero. Así mismo, contó uno, dos, tres y sonó el timbre. Corrió a abrir la puerta ya con la boca lista para recibir el primer beso y las manos listas para recoger el ramo, y el te quiero listo para soltárselo. Pero no era él. Es decir, sí era él.
El, que llegaba cansado, con los ojos inyectados, con las manos vacías, y el sencillo yo también. Y el disco que no llegó a sonar porque el televisor comenzó a dar las noticias y el no tengo hambre porque algo me cayo mal y el entre semana no bebo. Monosilábicos que describieron el día mientras hundían sus cuerpos en los cojines del viejo sofá. Poco a poco y finalmente les llegó el silencio y así acabar todo a tiempo que terminaba el noticiero.

Ella posó, resignada, la cabeza sobre su hombro y en un calor conocido la acaricio la tristeza. Esa carita primera invitó a otra y así su mano gigante le rozó un pecho pequeño, para dar paso a un pie que cruzándose tentó a una rodilla redonda, hasta que, poco a poco, casi sin darse cuenta, como si no fuera la intención de ellos ni de nadie. Llegó un primer beso, torpe, tan torpe como tierno, tan tierno.

Ya en cuarto ella respiró profundamente justo antes de entregarse, desnuda y miope, a aquel hombre que finalmente se parecía un poco más al que llamó.
¿Valio la pena leerlo... no?